viernes, 18 de noviembre de 2011

Carta a un político

¡Hola!

¿Qué tal los ánimos ante las elecciones?

He decidido enviarte esta carta porque me parece importante, ahora en estas fechas señaladas, recordarte ciertas cosas a las que muchas veces ni tú ni tus colegas prestáis demasiada atención.

Hay una gran crisis económica que cubre el mundo occidental desde hace ya algunos años. Se ha convertido en el principal foco de atención de todo el mundo y de los principales medios de comunicación. Es muy importante el hecho que mucha gente que vivía de forma “normal” haya caído debajo del umbral de la pobreza, que personas con casa y dinero lo hayan abandonado todo y tengan que vivir en la calle. Es preocupante ver tantos casos de corrupción que ahora salen a la luz porque se ha terminado la etapa de vacas gordas. Es inquietante el poder de las multinacionales y lobbies varios a nivel económico, y por ende, político.

Y es deprimente comprobar que la mayoría de las veces los políticos están atados de pies y manos, y que aquello que querrían mejorar se diluye en un mar de insinuaciones, presiones y fajos de billetes entregados más o menos legalmente.

  • Un buen presidente no quiere gobernar, quiere ayudar.
  • Un buen presidente sabe muy bien lo que quiere: mejorar la sociedad donde vive.
  • Un buen presidente es aquel dispuesto a dejarse la piel por lo que cree. Un buen presidente es aquel al que no le importa que los demás le crucifiquen vivo si con ello es capaz de conseguir su objetivo.
  • Un buen presidente es aquel tipo valiente que es capaz de decir NO a lo que no puede hacerse, ni siquiera con 100 millones de euros a ingresar en las Caimán esperándole.
  • Un buen presidente es aquel tipo visionario capaz de negarse a un negocio de miles de millones de euros porque sabe que en realidad va a provocar más desigualdad, y en su lugar lanzarse a proyectos que quizá no dan frutos a corto plazo pero son muy rentables y sostenibles a largo plazo.
  • Un buen presidente se lanza a por todas para reparar de forma legal todo tipo de injusticias sin importarle si pierde el puesto.
  • Un buen presidente es aquel que da poca importancia a la voz insistente de los que ya tienen mucho y en cambio es totalmente sensible a la voz desesperada de los que se arrastran en su lucha por vivir dignamente. 
  • Un buen presidente es aquel que tiene por más importantes a los trabajadores que curran 12 horas por un mísero sueldo, pocas vacaciones y un horario de mierda, que no todos los altos dirigentes empresariales que se sientan cada día detrás de un sillón para ver crecer sus ingresos. Un buen presidente sabe que por trabajar 12 horas al día se tiene que cobrar más que por trabajar 7. Un buen presidente sabe que una vivienda sencilla y digna no vale TANTOS millones ni tiene que ser necesario hipotecarse para pagarla. Un buen presidente sabe que un jugador de fútbol o de cualquier otro deporte de élite no vale TANTO dinero, ni mucho menos.
  • Un buen presidente sabe que la educación y la salud de los habitantes de su país son tan importantes como el empleo, y que ninguna de estas tres cosas puede tocarse demasiado.
  • Un buen presidente sabe que en época de crisis alguien tiene que apretarse el cinturón. Debe buscar quien necesita apretarlo y no pedir a todos los ciudadanos que lo hagan por un bien común, a pesar que muchos de esos ciudadanos sí necesiten pensar un poco en qué gastan su dinero. Pero esto puede enseñarse y puede aprenderse.
  • Un buen presidente, de ser necesario, sabe recortarse el sueldo un generoso porcentaje, él y todos sus colegas. Un buen presidente sabe decir “no” a viajes innecesarios, sabe decir “no” a coches de lujo, sabe decir “no” a cenas en restaurantes de precio vergonzoso porque es un despilfarro. Un buen presidente sabe decir “no” a intermediarios lameculos y es capaz de enviarlos al paro sin ningún remordimiento, sabe decir “no” a empresas ilegales aunque cuesten puestos de trabajo y protestas. Mejor que sean ellos que no los demás.
  • Un buen presidente es aquel que es capaz de salir en mangas de camisa y despeinado porque ha estado hasta tarde trabajando para solucionar un problema. Un buen presidente trabaja más que un becario de ser preciso. Un buen presidente es aquel al que le asustan los vestidos caros y odia aparentar, aquel que hace oídos sordos a los que le susurran que si no va impecable va a empeorar su imagen pública. Aquel que es capaz de comer normal cada día, ir en transporte público si hiciera falta, conocer la calle por haberla pisado y no por haberla mirado por la ventana o por la tele.
  • Un buen presidente sabe que lo mejor no es el progreso ni hacer crecer la riqueza del país, aunque a muchos pueda parecer una locura. Un buen presidente sabe que lo mejor para un país es saber administrar todos sus bienes para dar una vida digna a sus habitantes. El progreso por el progreso conduce a una catástrofe. Solamente un país donde la gente vive bien es un país apto para progresar. Un país en el que se intenta progresar a espaldas de sus habitantes, silbando para olvidar la pobreza y desigualdad de la gente, es un país que merece una recesión a la miseria.
  • Un buen presidente busca incansable los medios para mejorar esa administración de bienes. No puede hacerlo solo. Necesita la ayuda experta de los técnicos de cada especialidad, y no ministros que cambian de cartera como cartas de una baraja. ¿Cómo optimizar recursos? ¿Cómo reducir costes sin reducir calidad? ¿Cómo hacerlo sin infringir la ley ni practicar el egoísmo? Hay que buscar a ingenieros, economistas, científicos de los más variados campos, empresarios emprendedores, gente con ideas, filósofos, humanistas, religiosos… pero todos ellos de buena voluntad, alejados del poder y que no cuenten con influencias, sino simplemente con verdaderas ganas de mejorar la sociedad. Estos ayudaran a quien quiera ser un buen presidente.
  • Un buen presidente es aquel que es incapaz de aceptar jamás un soborno y que está dispuesto a abrir investigaciones ante cualquier hecho sospechoso de sus colegas, cesando fulminantemente a quien actúe ilegalmente para su propio beneficio.
  • Un buen presidente se olvida de los demás partidos excepto cuando le critican constructivamente o aportan ideas valiosas. Entonces les da las gracias y ya está. Jamás se lanza a una discusión vacía sobre si el contrincante lo hizo peor que él. Ni siquiera lo menciona de pasada, ni lo ironiza. Porque no es importante. Un buen presidente lo es porque lo demuestra, no por saber convencer a los demás que la oposición es peor que él.
  • Un buen presidente es capaz de explicar con palabras sencillas y de fácil comprensión cualquier cosa que se proponga hacer que afecte al resto de la sociedad. Es capaz de hacerlo continuamente, con regularidad y constancia, informando a los medios de comunicación de forma clara y transparente. De esta forma la gente, ante las decisiones difíciles que no contentan a todos encajará mejor aquellas que vayan en su contra. Simplemente porque verán la sinceridad y la transparencia de su presidente.
  • Un buen presidente lo es porque también es una buena persona, con su familia, sus amigos y en los lugares que frecuenta. Porque durante su vida ha tratado igual a sus superiores que a sus colegas o a la gente por debajo de él. Porque su forma de ser ha relativizado sus inevitables fallos, que toda persona tiene, porque ha sido capaz de aprender siempre de ellos, porque es humilde y trabajador.
  • Un buen presidente sabe cuando algo lo supera y no tiene miedo en pedir ayuda, ni siquiera a la oposición si de esta forma el problema queda superado. Un buen presidente sabe frenar a tiempo y decidir que es mejor que otro ocupe su puesto antes que el poder y el egoísmo del puesto lo dominen.


Y lo más importante:
  • UN BUEN PRESIDENTE es aquel que RECUERDA Y MEDITA todo lo anterior ANTES, DURANTE Y DESPUÉS de cada decisión que toma.

Quien no reúne las anteriores condiciones no puede ser un buen presidente ni merece ser elegido.

Tengo pocas esperanzas que haya algún (futuro) presidente así. Pero la esperanza no se pierde nunca.
¿Me sorprendes?

Atentamente,
Un ciudadano de tu país.

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