domingo, 7 de noviembre de 2010

El Papa Benedicto XVI en Barcelona

No, no es mi crónica de cómo he vivido la visita del Papa. Es la explicación de por qué NO he ido a verle. Me ha salido algo largo, pido disculpas por la extensión.



Este fin de semana Santiago y Barcelona se han puesto patas arriba en todos los sentidos ante la llegada de Benedicto XVI. El Papa ha visitado Santiago de Compostela primero y luego ha venido a mi tierra para dedicar el templo de la Sagrada Familia.

A pesar de ser creyente no he ido a Barcelona a verle. Mi opción ha sido criticada por varias personas también creyentes que no conciben cómo puedo formar parte de la Iglesia y no ir a ver el Papa en lo que es, sin duda, un acto profundamente eclesial.

Mi decisión es la suma de muchos factores. Uno de ellos es, vaya por delante con toda humildad, la pereza. Pero no es el único ni el más importante.

Soy cristiano católico, pero de católico tengo la tradición y pocos puntos más. Tampoco es que sea protestante, ortodoxo, evangélico o anglicano, y tampoco intento traicionar la esencia de mi catolicismo. Cada una de las confesiones cristianas tienen sus pros y sus contras y además esto tampoco es un mercado como para ir mirando cuál me gusta más.
Aunque me gusta pensar que simplemente soy cristiano a secas.

Para mi el Papa es una persona profundamente religiosa y espiritual que lleva consigo unas cuantas cargas extras que sobran. Benedicto XVI en concreto me parece un grandísimo teólogo, cuyas encíclicas (o al menos lo que he leído de ellas) realmente ahondan en la fe y ayudan a caminar hacia Dios. Además, es muy inteligente, pese a los patinazos que a veces comete en sus declaraciones. Todo el mundo se acuerda del tema de los preservativos o del aborto, temas polémicos cada vez que salen, a veces tratados con poca sensibilidad, pero pocos se acuerdan de los acercamientos a otras confesiones o incluso a otras religiones como el Islam. Muchos le achacan las culpas del tema de la pederastia cuando su comportamiento ante este tema ha sido , quizá no perfecto, pero sí bastante correcto y adecuado.
Considero por otra parte que el Papa es un legítimo representante de la Iglesia, o como mínimo veo positiva la existencia de un representante para esta Iglesia.

Por otro lado el Papa es una persona como las demás. Su Santidad no es más ni menos santo que cualquier otro cristiano o cristiana, o como mínimo se trata de un tema que únicamente Dios puede dilucidar. Repito, por si no ha quedado claro: el Papa es hijo de Dios exactamente igual que lo soy yo. Ni más hijo de Dios ni menos, ni el "hermano mayor" de los hijos de Dios (que en este caso sería Jesucristo) ni nada por el estilo. Decir lo contrario sería anticristiano.

Su cometido, en calidad de representante y por lo tanto también servidor (los primeros "obispos" o "servidores" eran el grupo de "organizadores" de las primitivas comunidades, atentos a sus problemas y portavoces de sus inquietudes; algo olvidado a menudo) es dar pistas, indicaciones, sugerir senderos para un mundo mejor a partir de la espiritualidad cristiana. Su trabajo, me parece, está en intentar hacer de profeta: ver el mundo, sus problemas, contradicciones, sus avances y aciertos, sus desgracias e injusticias. Con su proximidad en la fe con Dios intentar ayudar a la gente a mejorarlo y al mismo tiempo dar testimonio de esta fe que le lleva a creer que Dios existe, que nos ama a cada uno de nosotros y que quiere que a través de nuestra libertad sepamos acercarnos a su ideal de amor. Es una gran y bella responsabilidad.
Para ella cuenta con la ayuda de Dios, pero también con su propio bagaje sociocultural y espiritual. Este bagaje está formado, como el de todas las personas, por convicciones más o menos acertadas, algunas válidas para constituir un "precepto o dogma" a seguir por la Iglesia en general (haciendo uso siempre de su libertad y nunca bajo coacción), otras solamente válidas para un tipo concreto de pensamiento cercano al suyo. Lamentablemente a menudo es difícil distinguir unas de otras, y de ahí la mayor parte de deslices en sus declaraciones, cuando antepone un cierto tipo de pensamiento antes de una reflexión más profunda; y todo esto sumado a su edad, en la cual poca flexibilidad cabe para aceptar nuevas percepciones de la fe.

Me dijo una vez un sacerdote muy sabio: la Iglesia dice una serie de cosas. Si las dice es porque hay una muy buena razón para decirlas (y eso también es importante, que muchos que critican "lo que dice el Papa" tendrían que saber exactamente por qué dice tales cosas, en base a qué y con qué intenciones reales, porque la superficialidad abunda). Pero, concluía el sacerdote, al final está siempre la conciencia de cada uno, y Dios es mucho más grande que la Iglesia.

En otro orden de cosas, considero un error que el Papa, además de representante (no líder) espiritual, sea un jefe de Estado. Considero un error la gran parafernalia construida alrededor de su figura, de sus movimientos y de sus viajes, por más necesarias que sean las medidas de seguridad.
Considero un error darle al Papa trato semidivino. Ningún creyente de España que haya estado en Santiago o en Barcelona admitirá haber hecho tal barbaridad, pero incluso así, sin darse cuenta, el trato "cariñoso" elevado a la enésima potencia y rodeado de la mayor de las mediatizaciones se transforma en adoración de ese calibre, al menos en su forma externa. En el fondo estan la fe y la conciencia de cada uno.

Por todo esto, y porque no soporto las horas largas en medio de multitudes, ni los atascos monumentales ni la sensación de agobio, no he ido hoy a ver el Papa en Barcelona. Me hubiera sentido mal, no hubiera sentido esa comunión entre creyentes, esa "estar todos a una", ese "formar parte de algo más grande que nosotros", mejor aún, esa "tierna complicidad" entre personas que participan de unas mismas creencias. Todo esto yo lo experimento en comunidades más pequeñas y humildes, con menos gente y por lo tanto más cercana.

Respeto profundamente al Papa en calidad de cristiano, persona, erudito y representante espiritual. Respeto profundamente a toda la gente que ha ido a verle. Deseo que su gesto haya sido recompensado y hayan experimentado la comunión fraterna de todos los asistentes, y les haya servido a todos para acercarse más a Dios y a profundizar más en la fe. Rezo por ello.
Pienso además, como no, que la Sagrada Familia es un templo digno de admiración (terrena), por su poderoso simbolismo, su belleza y la voluntad por la cual se está construyendo. Pienso que Gaudí fue un genio portentoso.

Hasta aquí mis razones directas.


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A continuación, pondré unas cuantas cosas puntuales a modo de reflexión desde varios puntos de vista:

- Una de las razones por las cuales se argumenta la necesidad del Vaticano como estado es la posibilidad de tener un miembro en la ONU además de estar presente en otras instituciones internacionales, con lo cual acerca el hecho cristiano al mundo. Estoy totalmente de acuerdo, lo que me pregunto es si no se podrían hacer tales cosas sin necesidad de un Estado.

-Jesús dice: Es más difícil que un camello pase por el agujero de una aguja que un rico (poderoso, honorable, noble, admirado, famoso) entre en el reino de los cielos. No es una imposibilidad, es una dificultad. Pero real. Creo que el modelo de Iglesia debería cambiar para servir mejor a la gente.

-En contra de mi anterior frase: Jesús no hace caso cuando Judas Iscariote le recrimina acerca de la mujer que utiliza un caro perfume en los pies de Jesús, argumentando que podría usarse su valor para dar dinero a los pobres. Jesús dice que los pobres siempre estarán pero él no. Sin embargo pienso que aquí Jesús se refiere a ir a los pobres desde el punto de vista de Dios (Jesús), sin dejar a Éste de lado, no a "olvidarse un momento" de los pobres para poder también "adorar" a Jesús.

- Sin embargo, a todos aquellos que dicen que para el Papa se ha gastado demasiado dinero y recursos, también me gustaría que reflexionasen qué hubiera pasado si en lugar del Papa hubiera sido Obama, por ejemplo. Probablemente mucho más dinero, más cenas caras y más seguridad. Así que, haberlo, hay para todos.

-Por otro lado, todo el mundo ha puesto el grito al cielo por la "sorpresa" cuando el Papa ha criticado el laicismo y anticlericalismo español y lo ha comparado con "los años 30". Me pregunto yo... ¿dónde ven la polémica o la sorpresa?
Todo esto es absolutamente cierto, el Papa no ha dicho nada de Zapatero directamente, ni de su gobierno, ni tampoco se ha metido con ningún regimen político, ni ha criticado la República de los años 30 ni mucho menos ha defendido el franquismo, lo único que ha recordado es que por aquella época a unos cuantos se les fue la pinza y empezaron a torturar y asesinar sacerdotes, monjes y monjas, siendo esto una radicalización de un sentimiento anticlerical. Sin ser actualmente nada de esto, sí que es verdad que el sentimiento anticlerical persiste, aunque esta vez la mayoría de las ocasiones desde un cierto respeto. Que haya exagerado al comparar unos hechos violentos con la actualidad pase, pero en fin, que parece que la gente busca más de la cuenta.

-Alguien también ha dicho que tanto criticar el laicismo español cuando España da dinero a la Iglesia. Y yo me pregunto... ¿qué tiene que ver la velocidad con el tocino? Una cosa son leyes y política y la otra son las personas. El laicismo criticado por el Papa es el laicismo mal entendido, irrespetuoso, intolerante e injusto de aquellos que critican por criticar sin base sólida o desde un punto de vista cerrado y parcial. A los ateos respetuosos no los critica el Papa. Y si se puede criticar la Iglesia cuando es intolerante, ¿no se puede hacer lo mismo al revés? Sobre la financiación de la Iglesia, es un tema que debe ser tratado en política, siendo muy consciente que no tendría que haber ningún problema "de fondo" para la autofinanciación, porque la fe no tiene por qué depender del dinero. Problemas "menos de fondo" habría, naturalmente, pero eso se puede tratar poco a poco.

- A pesar de ser algo programado y pensado al milímetro, no está de más recordar que el Papa ha encontrado tiempo para visitar a una institución de enfermos discapacitados, un acto de proximidad no muy común. También ha ensalzado el arte y ha pedido por la ayuda a los países pobres. Y sí, a pesar de lo rico que es el Vaticano (y que yo critico), la Iglesia hace mucho, mucho, por los pobres.

- El Papa ha defendido la familia tradicional, la lucha por la vida y demás, temas muy trillados que enseguida hacen saltar a gays y lesbianas y a proabortistas o proeutanásicos (sin haber hablado directamente de ellos). Pero estamos donde estábamos antes: el Papa tiene unas convicciones profundas sobre esto: considera que la familia es más perfecta (hay un amor más verdadero) si es la tradicional, y por otra parte se opone a cualquier forma de acabar con la vida. Esto en sí mismo no es malo, aunque quizá precipitado como "dogma". Estas convicciones son ya sabidas desde hace tiempo, y cada vez que salen a la luz, como pinchan a ciertos colectivos, pues la gente salta. Y está bien que salte, porque así se obliga a reflexionar, pero no solamente en una dirección. La jerarquía debe reflexionar sobre la realidad de la calle, pero los que critican harían bien de reflexionar sobre la parte de verdad que tienen todas las afirmaciones papales.
La conciencia de cada uno es lo que al final importa ante Dios: teniendo esto muy claro, es mejor recoger lo indudablemente bueno de tales sentencias papales (voluntad de un amor verdadero dentro de la familia, en lugar de familias desestructuradas que conllevan desastres matrimoniales e hijos problemáticos, y un canto a la vida y a la mentalidad responsable ante los progresos de la técnica); y poner en el saco "ya se irá viendo más adelante" los temas más espinosos (¿no existe amor verdadero en una familia monoparental? ¿todos, absolutamente todos, los casos de aborto o eutanasia, son una falta de amor?). Volvemos a lo de siempre: la proximidad cambia a las personas. ¿Qué se puede pedir a personas que no viven en las calles normales... porque ni siquiera pueden?

- Joan Solé, un misionero de la diócesis de Girona se encuentra actualmente en el Togo. Tiene un blog en el que va colgando sus experiencias (cuando puede). Ayer envió un texto "salido del alma", sin revisar ni corregir, tal como le vino a la mente y producto de su vida diaria. Parece un texto sin esperanza, pero detrás hay un ánimo de lucha incansable. Solamente una reflexión... si él, estando dónde está, no es capaz de "conectar con la realidad" de sus vecinos... pienso que la alta jerarquía eclesiástica lo tiene muchísimo más difícil.
Comparto algunos fragmentos (traducidos del catalán):

Llego a casa y me encuentro con un joven que me espera. Lo han expulsado de la escuela porque no ha podido pagar la inscripción. Le faltan 10 euros, ¡un auténtico dineral! Me pide ayuda, pero le digo que ya no puedo ayudar a más gente, que él no se encuentra en los límites parroquiales y que no sé quien es. Antes de ayudar a alguien, le enviamos nuestros responsables de barrio, que nos dicen si nos engañan o no, pero como vivimos en otro barrio no podemos verificarlo. Se va y yo voy a preparar lo que me falta para ir a clase [a hacer de profesor]. Quince minutos más tarde, cuando salgo, lo encuentro aún en el portal, mirando la caretera. La mirada perdida, no sabe dónde ir, lo veo ir hacia la izquierda, hacia la derecha, vuelve a quedarse quieto. No tiene horizonte. No ve ningún tipo de futuro. Con todo, yo no le puedo dar el dinero así como así, porque sino se me llenará la casa de gente. No sé qué hacer, voy para coger la moto y veo que está muy sucia. Lo llamo y le digo que le doy trabajo si quiere, me puede limpiar la moto. La expresión le cambia de golpe. Voy dentro de casa para buscar una esponja o algo para limpiar, y cuando salgo me doy cuenta que se ha sacado la camisa y que me está limpiando la moto con su camisa. Siento vergüenza. Le pago una parte de la inscripción, que ya es mucho, y me hace reverencias para agradecermelo. Se va, decidido hacia el instituto. Ha recuperado el horizonte. Pero yo lo veo cada vez más diluído. 
Cojo la moto para ir a dar clase en el Instituto. La moto se para unos metros más adelante porque ha entrado agua en el carburador. Justo enfrente está la policia haciendo un control. Todo el mundo me ayuda. Me saludan y me preguntan dónde está el problema. Doy la vuelta para volver a casa y detrás mío pasa una moto en malas condiciones. La paran. No tiene matrícula. Nadie le ayuda, y la policía se pone severa. Nadie le ayuda porque él es pobre. Yo soy rico. Yo no soy uno de ellos.
[...]
Y me voy a casa. Y yo tengo luz. Y fuera hay tres jóvenes en un rincón aprovechando la luz del portal, cuatro más cerca de la luz que hay en la puerta de la cocina, y otro pequeño grupo enmedio. Estudiantes que no tienen electricidad en su casa y que aprovechan esa luz "robada" para estudiar, para aprender, para labrarse un futuro, pero yo, incluso, tengo un ventilador...
Y me conecto a Internet, porque hoy funciona bien. Y me entero de la visita del Papa a Barcelona, me entero que han ordenado obispo a Mn. Xavier Novell a quien envío un abrazo y una felicitación, me entero que en los Estados Unidos no le han ido muy bien las elecciones a Obama... pero no sé a cuantas casas de la parroquia hay gente que se lo pasa mal, ni qué le ha pasado por la cabeza de mucha gente a la que he saludado. Tanta gente con quien comparto el lugar, el espacio, la palabra, pero con quien no acabo de compartir la vida. Y no sé cómo, y me siento atrapado. Y me pongo a rezar y a pedir entendimiento.
[...] vuelve a resonar una y otra vez la misma frase del evangelio: Ve, vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Después ven y sígueme. ¿Pero qué quiere decir darlo todo? Si me pongo a vivir como ellos, en cuatro días estaré enfermo y tendré que volver. Si no quiero seguir con mi bienestar, en qué los ayudaré a ellos? El ideal no es que yo pueda vivir como ellos, sino que ellos puedan vivir como yo. Pero... Señor, cómo? Y sé que mientras, en algún rincón cerca de casa, un niño llora porque no ha encontrado nada que comer. Y algún adolscente se enfada porque tampoco lo comprende. Y alguna madre, con el niño en sus brazos, se pregunta si mañana seguirá vivo. Y...


Simplemente brutal. La pregunta es... ¿cuánta gente cristiana europea se pregunta todas estas cosas? ¿Cómo debería cambiar la Iglesia para favorecerlas? ¿En qué va bien? ¿En qué va mal?


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Para finalizar, un poco de humor, que siempre viene bien. La traducción, abajo:



Pancartas en catalán, traducidas:

VPC: Queremos Papas catalanes
CIU: Sonríe al Papa
La Catalunya que va al cielo
Viva las raíces cristianas de Catalunya
Visitad www.CatalunyaReligio
Esto es más que un club
Autobús: Dios existe, ergo vota a e-cristianos
¡Queremos sacerdotisas!
Gaudí en el cielo: Nunca hubiera pensado que construiría este decorado.
Fotógrafo: Venga, ¡la foto! ¡Luíííís!
Hombre de la alcantarilla: Vaya! Yo me vuelvo al túnel, no hay tantas vibraciones.
Espontáneo catalán de Eurovisión (Jimmy Jump): Ay si pudiera ponerle la barretina...
Papa: He estado todo con todos.