miércoles, 28 de abril de 2010

Lo que hace el futbol...


La gente cambia de pareja, de trabajo, pero no de equipo.

La frase es rápida y queda bien, pero leyéndola más profundamente, da que pensar.

El futbol, el deporte rey (según sus aficionados), que acapara la atención de millones de personas, que paraliza países, que enloquece y divierte a partes iguales, que provoca tensiones y violencia, aunque tambien es capaz de unir por noventa minutos a países en guerra,... ese futbol, que puede llegar a ser emocionante y mágico, muchas veces está sencillamente sobredimensionado, extralimitado y desbordado.




Hoy la semifinal de la Champions ha conseguido que durante una semana entera el cincuenta por ciento de las informaciones de los medios de comunicación tuvieran un foco indiscutible: el Barça y su capacidad para remontar un resultado adverso (que por lo que veo, no lo ha conseguido al final... demasiada presión mediática, digo yo). Y eso que en particular, Pep Guardiola me cae genial.

El Barça se ha puesto en comparación con los políticos y la política en general. El Estatut catalán y el Tribunal Constitucional, la crisis económica, el caso Gürtel, los problemas de immigración... todo eso se ha repartido el 50% restante del bombardeo informativo . El futbol ha sido usado de metáfora en cualquier conversación para dar un toque interesante. La gente se peleaba por las entradas. Desde media tarde Barcelona paralizada. Todo expectación. Ya podría haber caído una bomba, que ni caso.

Mientras haya futbol, lo demás...

A veces se ha discutido el "desproporcionado" gasto que ostentan organizaciones como la NASA, financiación que Obama ya ha vetado, se ha recortado "por el bien común" los fondos para Educación, Investigación o Cultura. Se ha hablado del IVA, de los sueldos de los trabajadores, del problema de los immigrantes que según parece nos quieren sacar el trabajo y además invadirnos y convertirnos en esclavos. Incluso se ha justificado el presupuesto de armas bélicas y ofensivas militares.



Pero parece que a nadie le importa mucho que Messi cobre 33 millones de euros anuales, que Cristiano Ronaldo cobre sus 30 millones o que Mourinho se trague unos 13 millones de euros de invierno a invierno. Parece que a mucha gente pagar 100 o 200 euros por una silla en una grada lejana durante noventa minutos sin ninguna garantía de satisfacción al finalizar el partido... parece que a toda esta gente no le importa.
Tampoco parece importar mucho el brutal manotazo psicológico, emocional y moral que supone para alguien procedente de una familia humilde de Argentina, Camerún o Brasil pasar de morirse de hambre a cobrar más que un presidente de gobierno por saber jugar al futbol, estar sometido a una presión mediática devastadora y encontrarse permanentemente en una nube de desconcierto. Sin contar el hecho que gente de los mismos países que llegan aquí buscando trabajo se les mira con recelo por si acaso nos quitan el trabajo y nuestro dinero... que con satisfacción luego damos a los más ricos. Y como estamos embobados con este moderno pan y circo, no tenemos que pensar en nada más.




Finalmente, tenemos a nuestros queridos aficionados, que pagan religiosamente fuertes sumas para sostener a su club favorito, que se embadurnan la cara y se disfrazan, con vestidos, banderas y gritan y adoran a sus jugadores preferidos. Que son capaces de ir catorce horas en coche contra viento y marea para disfrutar de un partido, cuya entrada les ha costado la mitad de su sueldo mensual, que montan las fiestas más espectaculares para celebrar las victorias y que llegan a tocar el cielo de la gloria con las copas ganadas.




Luego, a unos cuantos que les da por disfrazarse muy de vez en cuando de sus personajes favoritos de un libro, cómic o película, montar fiestas, jugar al rol o grabar cortometrajes, que gustan de cosas tan raras como leer libros de mil páginas, hacer colas de dos horas para entrar en un salón del manga o saber programar un videojuego... todo con una sana locura y sin tensiones ni histerismos... a esos se les llama frikis y raros.




Volviendo al principio... si has cambiado de trabajo es una nueva oportunidad laboral, si te has divorciado es triste pero lo superarás cuando tomes un nuevo rumbo para tu vida,...
Pero ¡AY! si cambias de equipo de futbol: entonces eres un traidor.

A dónde llega la crisis moral...

P.D. El futbol, como cualquier otro deporte, me parece algo dignísimo y muy importante, aún sin gustarme a mi particularmente. Pero una cosa es un deporte, otra un despropósito.

2 comentarios:

Estelwen Ancálimë dijo...

Hace tiempo, iba yo tan feliz por la calle cuando me encuentro con un tipo totalmente vestido a rayas blancas y rojas (camiseta, pantalones, zapatillas y bufanda), un gorro de arlequín (con peluca de payaso incluída) del mismo color, y un par de rayas rojas y blancas pintadas en la mejillas. En la mano llevaba una carraca gigante, también a rayas rojas y blancas, que hacía sonar sin parar. Al principio me asusté; me pareció un loco. Luego, cuando se acercó, me di cuenta de que en la camiseta llevaba el escudo del Atleli, que jugaba esa noche en el Mestalla. Esto es completamente verídico.
Y, mientras le veía marcharse, pensé: "Y a mí me llaman friki por jugar a rol y disfrazarme de elfa dos o tres veces al año en las convenciones de la Sociedad Tolkien Española..."

Edu dijo...

XDDDD Vamos, que me lo creo del todo.
Como está el percal... Si le hubieses preguntado de qué juego de rol se trataba te hubiera mirado con cara de "¿tú tomas algo o qué?" y se hubiera largado tan pancho.