¡Y vade-retro a conejos saltarines de color rosa y huevos pintados!
Hoy es la fiesta más importante del año para cualquier cristiano que intente serlo de verdad.
¡Hoy es fiesta mayor!
Jesús murió muy cerca de la Pascua judía, probablemente el viernes 7 de abril del año 30 dC.
Al día siguiente los judíos celebraban su mayor fiesta: la Pascua judía era el símbolo de la libertad, de la Alianza de Dios con el pueblo de Israel, que los había sacado de Egipto y del esclavaje. Simbolizaba todo lo que ellos eran como pueblo, su propia cultura, religión, su espíritu, todo ello era la Pascua.
Jesús, judío entregado, murió en Jerusalem cerca de esta festividad, y después de haber hecho una cena cuasi-pascual con sus discípulos.
El tercer día, después de su muerte, su sepulcro fue encontrado vacío por María Magdalena y otras mujeres, y se apareció a varios de sus amigos durante unos días. ¿Cómo? No sabemos. Pero lo cierto es que esa gente sintió la presencia real y vital de Jesús.
Y debió ser algo muy muy fuerte para que se atrevieran a poner como testimonio de tal evento a una mujer, que en ese tiempo no eran dignas de crédito ante ningún jurado. Si se lo hubieran inventado para realzar la figura de Jesús no hubieran cometido ese "error" en su bien elaborada fantasía.
Pero los cristianos no celebramos la creencia en un hombre muerto que vuelve a la vida.
La Pascua cristiana es mucho más que eso, y complementa a la Pascua judía.
La resurrección de Jesús no provoca creer en él porque ha hecho algo imposible y, de ser cierto, muy guay y cool. Si mañana se muriese, pongamos por caso, Putin, y pasados tres días sus amigos empezaran a decir que aún vive, que ha vuelto a la vida de forma milagrosa, es muy poco probable que de ello surgiera una religión, y menos que esa perviviera más de veinte siglos.
Nada de eso.
Jesús muere dando una lección de humanidad, mostrando el amor en su máxima expresión, manteniendo intacto su honor, su fe, su entrega y su voluntad. Jesús enseña cómo es Dios con su vida y sus palabras, rechaza la violencia y la idea de un Mesías-Rey que viene a derrotar al malo de turno (los romanos en ese caso). No.
La salvación de Dios mediante Moisés en el Mar Rojo contra el faraón (Pascua judía) es ampliada por Jesús a una salvación de cada una de las personas del mundo. Jesús muestra que se puede ir a la muerte con la cabeza bien alta, siendo honrados de corazón, entregados a los demás, dando la vida no solamente al final sino un poco (o un mucho) cada día a los demás. Ante esto, cualquier calamidad, por terrorífica que sea, es susceptible de ser derrotada. Incluso la muerte palidece de vergüenza.
No sabemos cómo ni de qué manera. Pero la resurrección de Jesús significa mucho más que la vuelta a la vida de un hombre hace más de dos milenios.
Significa el triunfo de la esperanza, la libertad, el amor sobre el miedo, el no-amor, la injusticia y la muerte. Significa que la vida es muchísimo más interesante, que la muerte solamente es un punto inevitable pero no último ni aniquilador. Significa que la muerte se puede derrotar, que los que se han hundido pueden volver a levantarse, que la esperanza no es solamente una imaginación ilusoria. Que incluso una vida estéril e inútil tiene sentido, ypuede cambiar un día de golpe por un pequeño gesto o con un lento pero persistente trabajo. Que hasta alguien de 80 años que ha vivido derrotado durante los últimos cincuenta puede encontrar esperanza y felicidad al final de su vida (esto último es un apunte personal: véase al grandioso Walt Kowalsky (Clint Eastwood) en Gran Torino, película que hemos visto en cinefórum estos días en la Pascua Joven de Vic).
Resucitar es lograr lo imposible: dar un sentido a la vida, la de cada uno y la de los demás, a pesar de todo el daño, el dolor, la banalidad, el sin-sentido y la injusticia. Queda muy lejos esto del "opio del pueblo" de Karl Marx. La religión verdadera no es un librito barato de autoayuda para sentirnos menos solos. La filosofía está muy bien, ¡pero de lo que se trata es de vivir al 100%!
Jesús lo consiguió. Resucitó, y la vida tiene significado.
¡Y por eso lo celebramos!
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