Mirai shônen Konan

MIRAI SHÔNEN KONAN (Conan, el niño del futuro)
未来少年コナン

Hoy, para desencallar un poco el blog y siguiendo con los ochenta, quiero hablar de esta serie anime que ya tiene bastantes años. Una de esas series de la infancia que te dejan marcado para siempre. La serie se resumió más tarde en una película el año 1984, que quedó en eso: un resumen.


Características técnicas:

Primera emisión: 4 abril - 31 de octubre de 1978
Primera cadena de emisión: NHK (Japón)
Estudio de animación: Nippon Animation
Dirección: Hayao Miyazaki, Isao Takahata
Número de capítulos: 26


Argumento:

“En el año 2008 estalló la temida Tercera Guerra Mundial y las naciones beligerantes abusaron de las armas magnéticas cuyo poder era muy superior al de las armas atómicas. La Tierra se encontró cara a cara con una inesperada catástrofe y por lo tanto veinte años después…”

La acción trascurre 20 años después de la Tercera Guerra Mundial. La raza humana y la tecnología han sido prácticamente borradas de la faz de la tierra por los terremotos y tsunamis provocados por el uso de armas magnéticas. Conan y su abuelo habitan en un tranquilo atolón, la Isla Perdida, creyéndose solos en el mundo, hasta que una muchacha llamada Lana aparece desvanecida en la playa, perseguida por unos soldados que intentarán llevársela por la fuerza. Esto cambiará drásticamente la vida de Conan y le llevará a correr las más increíbles aventuras...


Opinión personal:

Antes de empezar, me situo: Hayao Miyazaki e Isao Takahata son de dos de los directores de animación más prodigiosos del Japón. El primero, además, está considerado como uno de los más grandes del mundo, y sus películas superan con tranquilidad la etiqueta "animación" para ser consideradas grandes películas del cine en general. No está de más recordar que Miyazaki estuvo implicado en Heidi, luego en las relativamente desconocidas Nausicaa, Laputa, y también fue director de las mucho más populares La Princesa Mononoke, El Castillo Ambulante, o el Viaje de Chihiro, por la cual ganó el Oso de Oro de Berlín en el 2001 como mejor película (a secas, no pelicula de animación, mejor película y punto). A raíz de esto, supongo que se ve claramente que Miyazaki me gusta mucho como director de animación.
Por su parte, Takahata tiene una película, quizá la más conocida, llamada La Tumba de las Luciérnagas, una desgarradora historia acerca de la guerra.
Antes de fundar su ya famoso Studio Ghibli de animación, estos dos directores realizaron esta serie: Conan el niño del futuro.
Tiene bastantes puntos en común con la película de Laputa (Un castillo en el cielo), sobretodo por sus dos personajes principales, que son casi calcados, y está basada en una novela de ciencia ficción post-apocalíptica llamada The Incredible Tide, de Alexander Key.
El protagonista de Mirai shônen Konan es Conan, un niño huérfano criado por un hombre anciano al que llama abuelo, último superviviente de una nave que intentó escapar de la Tierra cuando se produjo el cataclismo. La coprotagonista i principal hilo argumental de la serie es Lana, la niña que trastoca todo el mundo del chico, al llegar a la isla, demostrando que no son los únicos habitantes del mundo. Lana tiene un abuelo, científico de renombre y poseedor del secreto de una milagrosa (y actualmente poco creíble) ciencia de la energía solar, presentada como el paradigma del progreso. Este secreto es perseguido por Lepka, el máximo villano, un hombre cruel, despiadado y sin ningún escrúpulo que no duda en maquinar incluso genocidios en masa para conseguir su propósito. Es governador de Industria, el último remanente tecnológico del mundo antiguo, una ciudad industrializada y tecnificada.
Cuando Conan se lanza a la aventura para proteger a Lana de las garras de los soldados de Lepka se encontrará con una aventura tras otra, cruzando el mar ya sea bajo él, en barco o sobrevolándolo en los artilugios voladores (pasión de Miyazaki), en peligros innumerables y múltiples situaciones de vida o muerte, dilemasm morales y clímaxs llenos de tensión. Con Conan y Lana se unirán muchos personajes carismáticos, como Gimsy (una especie de niño salvaje malcriado, estilo Huckelberry Finn), o el fantástico capitán Dyce: el típico granuja con corazón, mezcla de Han Solo y el capitán Haddock, y con un poco de Doctor Slump y Kogoro Mouri (Detective Conan), alivio cómico aunque también con sus momentos dramáticos; o también la vicepresidenta de Industria, la fría-luego-no-tan-fría Monsly, el ejemplo constante de Miyazaki de villanos que recapacitan.


Esta serie sorprende por varias cosas.

La primera, sin duda, es su calidad técnica. Han pasado más de 30 años y aún se puede ver sin sentir vergüenza ajena alguna, incluso llegando a admirar en algunas ocasiones las escenas. Aunque se note la diferencia con la animación actual, es muy agradable de ver.

La segunda: el tratamiento de la historia. Una historia con profundidad, contada con protagonistas nobles de verdad. En una época donde lo que prima es el uso constante de protagonistas amorales o con contradicciones (House por ejemplo), esta serie es un ejemplo de cómo contar una historia adulta para niños y adultos, sin violencia exagerada ni gratuïta (y eso no quiere decir que estemos viendo Heidi: hay ciertas acciones de Lepka, como la tortura al Dr Rao, que...), y además con un alegato pacifista y naturalista. Conan es un chico noble, al igual que Lana o su abuelo, y no usa armas ni desea la muerte de nadie, ni siquiera de su antagonista. Sin embargo, no cesará de luchar contra quien sea para salvar a Lana, a los suyos y al mundo. Lo más "fantástico" de la serie sería la fuerza prácticamente sobrenatural de Conan (cual Sansón) y la telepatía de Lana y su comunicación con los animales.


Constantemente se usa el bien para luchar contra el mal, en lugar del mal contra el mal, aunque este tema también está tratado con más profundidad que una simple ingenuidad infantil, con situaciones comprometidas que requieren reflexión y que hacen reflexionar.

La tercera: la immersión en la historia. Se trata de una consecución de capítulos que siguen un único argumento de forma contínua, no son autoconclusivos y siempre terminan con el "continuará", del principio hasta el final. Todo un ejemplo de una buena serie: una historia potente, compleja y estructurada al milímetro hasta el final. Cuando llega este final te identificas tanto con los personajes que deseas que no se termine, logras alegrarte o entristecerte con las diferentes situaciones que les pasan. En la serie hay muchísimos momentos cómicos, con el típico humor japonés, otros serios y de reflexión, otros de tristeza y melancolía profundas (hay escenas que ponen la piel de gallina y que hacen que te encojas un poco en el sillón, como el destino final de Industria o la muerte de cierto personaje) otros de aventura y acción adrenalínica, con varios clímaxs intermedios y un apoteósico final contado en tres o cuatro capítulos más un epílogo que lo menos que puede decirse es que es sublime emocionalmente hablando.

La cuarta: ¿por qué demonios no hacen ahora series así? Esta serie la recomendaría a todos los colegios y padres del mundo para sus hijos. Ante tanta violencia gratuita y exaltación de la fuerza y el ser más que los demás, ante tanta competitividad y tantos niños famosos que se estrellan con el estrellato, esta serie demuestra que en tv se puede dar un mensaje digno, a la altura de cualquier clase de ética y moral. Es un canto a la ecología, al amor entre las personas, incluso enemigas, al dar sin recibir, al perdonar y dar segundas oportunidades, al valor del trabajo constante y el esfuerzo, al ideal de un mundo mejor, pero por otro lado sin ser ni ñoña ni ingenua, todo lo contrario, una inmensa montaña rusa de emociones y aventuras y acción que incluso revisionada de mayor no pierde en casi nada.

Para mi, una de las mejores series de toda la historia. Aquí tenéis el principio del primer capítulo, en catalán. Lo que se dice al principio es lo que he puesto en el argumento (de forma aproximada y con algún error de traducción: en catalán se liaron y pusieron que la guerra se había librado con armas atómicas y no magnéticas):